domingo, 8 de junio de 2008

En una mirada: Soledad

Un día me desperté y Soledad tenía mi mano.

Le rogué que me dejara, pero las súplicas eran en vano,

pues sus oídos eran sordos y de su boca no salía palabra.

Tiré con fuerza para alejarla de mí

pero Soledad se aferró más y su mano se hizo de hielo,

y el dolor hizo que ya no pudiera dejar de pensar en ella.

Pasé mis días con Soledad y no viví para otra que no fuera ella.

Respirar se volvió muy pesado y caminar se tornó tan difícil,

hasta que no pude seguir haciéndolo y caí.

Que Soledad tirara de mí dejó de tener importancia

y el frío de su mano se disolvió y el entorno dejó de tener claridad.

Y mi último pensamiento fue de Soledad, mi soledad...

1 comentario:

Francisco dijo...

Hmmm si puedo ver la soledad en sus ojos. Me gusta mucho cuando las cosas se convierte en personas en un escrito, así que yei :D